Un grupo de investigadores británicos hicieron una serie de pruebas que demostraron que los cangrejos y probablemente otros crustáceos pueden sentir dolor.
Los científicos proporcionaron dos refugios oscuros en el tanque de los cangrejos y rápidamente encontraron estos evitan aquel tanque en el que reciben una pequeña descarga eléctrica.
Esto tiene implicaciones en el mundo culinario pues en el momento de cocinar, a los cangrejos les son arrancadas sus tenazas y son sumergidos en agua hirviendo aún estando con vida.
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